El Comercio Justo no es caridad ni ayuda, es un modelo económico respetuoso con las personas y con el medio ambiente en los países más empobrecidos. La pobreza en el mundo persiste y aumenta de manera alarmante con la crisis de la COVID-19. El aumento de la desigualdad, la brecha entre las personas más ricas y las que menos poseen es cada vez mayor. El Comercio Justo ayuda a combatir esta realidad y favorecer una vida digna para todos y todas.
Bajo los criterios de Comercio Justo, los grupos productores además de obtener un trato comercial diferente de las condiciones estándar del mercado, reciben la prima de Comercio Justo para invertir en el desarrollo de sus comunidades y seguir produciendo de manera sostenible.