Ante ello y con motivo del Día Mundial contra la Desertificación y la Sequía (17 junio), las organizaciones de Comercio Justo destacamos la necesidad de abordar esta problemática de manera integral, teniendo en cuenta lo propiamente medioambiental lo económico y productivo, y los aspectos sociales y laborales, apoyando a las pequeñas organizaciones agrícolas.
Según datos de Naciones Unidas, hasta un 40% de la tierra del mundo ya está degradada, lo que afecta directamente a la mitad de la población mundial.
Se calcula que 3.200 millones de personas en todo el mundo sufren los efectos negativos de la desertificación.
Para 2050, se espera que más de tres cuartas partes de la población mundial se vea afectada por las sequías.
Esta problemática nos afecta de manera global, pero en particular a las personas más pobres que ven amenazados sus medios de subsistencia y se enfrentan a la escasez de alimentos. Así lo explicaba António Guterres, Secretario General de la ONU recientemente: “es una paradoja de justicia climática que los menos responsables de la crisis sean los más afectados: las personas más pobres, los países más vulnerables, los pueblos Indígenas, las mujeres y las niñas”.
Naciones Unidas pone de manifiesto que la desertificación, la degradación de la tierra y la sequía están entre los retos medioambientales más acuciantes de nuestro tiempo. Una de sus principales causas son los modelos de producción y consumo insostenibles que aumentan la demanda de recursos naturales.
La deforestación que generan el café, cacao o aceite de palma
El cultivo convencional de café y el cacao o el aceite de palma son algunos de los productos que más deforestación y deterioro de la tierra generan, tal y como mostramos en el informe Le sienta bien a todo el mundo.
Algunas de sus conclusiones son:
El aceite de palma, presente en 3 de cada 4 productos de cuidado personal y en muchos alimentos, es responsable de manera directa del 7% de la destrucción de árboles en todo el planeta.
Sin un plan para combatir el cambio climático, la superficie apta para el cultivo del café podría reducirse a la mitad en 2050.
La superficie de bosque natural en Ghana y Costa de Marfil ha disminuido en más del 70% en las últimas tres décadas, debido al cultivo de cacao.
Los salarios ínfimos, la pobreza, explotación laboral, precios por debajo de costes…son la otra cara de esta realidad, lo que genera un círculo vicioso de degradación ambiental y pobreza.
Comercio Justo y protección de la tierra: hacia un círculo virtuoso
Ante ello, el Comercio Justo juega un papel fundamental para las organizaciones productoras.
El principio número 10 del Comercio Justo establece que las organizaciones productoras deben realizar una serie de prácticas respetuosas con el entorno natural y que minimicen los impactos ambientales como priorizar las materias primas sostenibles, usar plaguicidas y fertilizantes orgánicos o reducir el consumo de agua y energía.
Además, las organizaciones de Comercio Justo utilizan la prima (recursos adicionales a sus ingresos) para desarrollar acciones de adaptación al cambio climático.
Otro de los aspectos a destacar es la formación a los miembros de las cooperativas y entidades agrícolas. Esta constituye un apoyo esencial para definir las estrategias de sostenibilidad más adecuadas a desarrollar, ante los efectos del cambio climático.
Asimismo, para las organizaciones productoras obtener un precio digno por su producción, unido a unas prácticas comerciales justas que incluyen el pago de salarios adecuados y la estabilidad en las relaciones comerciales, genera una seguridad que les permite poder hacer frente a los cambios necesarios en sus cultivos o procesos de producción.
De esta manera, las organizaciones de Comercio Justo pueden romper el círculo vicioso y pasar al círculo virtuoso.
Con ello el Comercio Justo contribuye al avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Ni un paso atrás en la Unión Europea
La Alianza Cero Deforestación y 171 organizaciones europeas pidieron a través de un escrito a U. Von der Leyen que no dé ningún paso atrás en la aplicación de la ley europea sobre la deforestación importada. Dicho Reglamento establece que, a partir del 30 de diciembre de 2024, cualquier producto de soja, aceite de palma, caucho, café, cacao, madera y bovino, y sus productos derivados, que se quiera introducir en el mercado único europeo o exportar fuera de él debe garantizar que ha sido producido respetando la legislación del país de origen y que no ha provocado deforestación o degradación forestal.
Las organizaciones sociales y ambientales de toda Europa alertan que “las presiones de ciertos grupos de interés no deben condicionar la toma de decisiones democráticas en la Unión Europea” y recalcan que, ante la grave crisis ecológica mundial, hace falta valor y decisión para intentar frenar las consecuencias de este fenómeno.
Artículo de la
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